Congreso Regional de Educación

La escuela podría sostener un espacio no condicionado, generoso, abierto a la polifonía, a la multiplicidad de perspectivas, como un modo de justificar, de argumentar, por qué dejar una traza de lo que ya aconteció.

Cuando uno habla, de educación, siempre las trazas tienen sentido en términos de algo que no es ni lo que uno escribe, fotografía o piensa sino aquello que otros, aún no llegados, van a encontrar.

En este sentido es como una invitación a reinterpretar por otros,... que va más allá del presente.

Cuando uno piensa en términos intergeneracionales siempre está el que aún no sabemos quién es, el que aún no llegó, para quien de alguna manera tiene sentido hacer algo. Es una apertura al porvenir.

Filósofos como Jacotot y Ranciere, sostienen que “las inteligencias son iguales”.

Este posicionamiento le dice al educador que debe hacer algo para que la inteligencia se exprese.

La igualdad de las inteligencias aparece entonces como axioma necesario y como paradoja a conquistar en el seno de los espacios educativos.

Allí dónde se producen diplomas se dibujan fronteras, entre los autorizantes y lo autorizados, entre los autorizados y los desautorizados, las nuevas cartografías de los saberes se vuelven exigencia a la emancipación. Si enseñar y aprender olvida que es en un espacio incompleto, un territorio en permanente proceso de finalización por los otros que lo habitan, estará destinada a la quietud, a ilustrar estatuas. Si se convierte en creadora de posibles, hará de la emancipación el sentido de su movimiento, lejos de la autorización y cerca de los encuentros.

30 participantes.